En una irresistible fusión entre mito y realidad, Klaus (2019), de Sergio Pablos, nos da todo lo que queremos sentir como niños y niñas respecto a la magia, el optimismo, la generosidad y la valentía.
Cómo entregar 6000 cartas en un día
Jesper, un joven rico, aniñado y caprichoso, se niega a ser una persona responsable y no demuestra ningún interés en continuar con el oficio familiar de cartero. Para darle una lección de vida, su padre, encargado del servicio de correos lo envía a un inhóspito lugar llamado Smeerenburg, donde viven dos clanes que se odian desde tiempos inmemoriales. El papá de Jesper le pone una condición. Si no, perderá su herencia: debe entregar 6000 cartas en un año. Así, Klaus nos llevará, de la mano de la generosidad, a una narración mágica e inolvidable.
El misterioso hombre de la barba blanca
Aún con su resistencia y mala actitud, Jesper va a Smeerenburg. Allí se encuentra con una serie de personajes que cambiarán su vida (y la nuestra) para siempre: un hombre de barba blanca, muy grandote, una maestra amargada, una niña que habla la lengua sami y la gente de los colores divididos de ese pueblo.
La magia comienza…
Cuando comenzamos a ver la película y nos enfrentamos ante esta gama de situaciones tan poco optimistas y amorosas, pareciera no haber salida para que todo mundo sea feliz y, menos que menos, que Jesper reparta las miles de cartas. Sin embargo, la magia del amor comienza…
¿Qué se necesita para repartir muchos juguetes?
¡Exactamente lo que piensan! Un trineo, unos renos, a Jesper y, por supuesto, a Klaus. Y aquí es donde la película brilla y es diferente a muchas: el mito de la tradición oral sobre quién fue y es Santa Klaus se enriquece con una historia que no se sale para nada de la realidad.
Entonces, ¿cómo logra Sergio Pablos, su escritor y director, que Klaus nos cargue de la fantasía y magia necesaria, sumado a la generosidad que sólo las personas valientes pueden tener?
Resuelvan el enigma viendo Klaus, nominada al Oscar 2020.
Disponible en Netflix
*Plus: Tanto Smeerenburg, como la población sami y su lengua, existen. Respecto a la lengua lapona o saami que habla Magu y su familia, el director eligió no ponerle subtítulos. Para que el choque cultural sea más significativo.